domingo, 5 de noviembre de 2017

Drogas a lo largo de la Historia (vol.III)



Esto se está alargando, pero ya estamos llegando al final del monográfico de Historia de las drogas. Hay un montón de estupefacientes a lo largo de toda la cronología, y conforme nos acercamos al presente hay más variedad. No sólo hay más testimonios, también hay más variedad conforme se van sintetizando drogas nuevas en los laboratorios.

A finales del siglo XIX la cocaína se usaba ampliamente como medicamento. La cocaína es un alcaloide estimulante  que se obtiene al sintetizar las hojas de coca. ¿Os acordáis de las hojas de coca como estimulante de la entrada anterior? Pues solamente tienen una proporción de cocaína de entre 0,1 y 0,8 %.

Personalidades famosas fueron adictas a la cocaína, como Sigmund Freud, porque la cocaína era legal en Europa hasta el primer tercio del siglo XX. Se creía que tenía propiedades medicinales como anestésico tópico y antihemorrágico en las primeras intervenciones quirúrgicas. La propia receta de la Coca Cola tuvo 9 miligramos de cocaína, pero se cambió por cafeína cuando se descubrió que la cocaína generaba mucha adicción.

¿Sabéis que droga aparece también a finales del siglo XIX? La heroína. Inicialmente era una sustancia destinada a sustituir a la morfina, que era tremendamente adictiva, y empleada para tratar la tos crónica. Sus creadores fueron los laboratorios alemanes Bayer, los mismos creadores de la aspirina, aunque pronto se vio que como sustancia no era la mejor y se empezó a restringir su compra.

Laboratorios Bayer ¡Ahora sin compuestos químicos dudosos!

Estalla la Primera Guerra Mundial y mogollón de personas acaban mutiladas o heridas de dolorosas formas. Y la mejor forma de paliar esos sufrimientos es la morfina. Aunque sumergirte en un paraíso opiáceo parecía la forma más rápida de hacerte olvidar que un trozo de metralla te acababa de arrancar la parte derecha del torso, creaba una grandísima dependencia física.

De esta forma, un gran número de veteranos de la Gran Guerra eran yonkis en potencia. Señores que quieres y respetas eran adictos a la morfina, como Hermann Göring. Muchas veces, para compensar la adicción a la morfina, se les recetaba cocaína para estimularlos. Otras veces era simplemente la búsqueda de experiencias recreativas nuevas. Los años 20, de hecho, son el parque de atracciones de la droga.

La llegada del siglo XX supone una eclosión de la droga. Superada su faceta mística y religiosa, más allá de las posibles aplicaciones médicas, la gente descubre que se lo pasaba bien tomando determinadas sustancias. Los tipos duros fumaban, los distinguidos bebían Martini con vodka (mezclado, no agitado) y los más fiesteros se metían sus rallas de “cocaína medicinal”.

Vale, estamos hablando de drogas en los años 20, pero también había gente a la que no me molaban los excesos. Y qué queréis que os diga, la moral la tenían impresionantemente alta.

Precisamente a principios de siglo XX entra en juego la sociedad de masas. Aunque modas ha habido siempre, los años 20 (una vez más) suponen el ascenso del tabaco como forma de distinción. Todos tenemos en mente las imágenes de la “femme fatale” fumando cigarros en largas boquillas. Si eras una persona de bien fumabas tabaco para distinguirte, si eras una persona ruda fumabas para parecer más viril, el tabaco socializaba y cerraba negocios… y esas creencias seguiría firme hasta hace bien poco.

¿Y cómo hablar de drogas sin mencionar la anfetamina que tomaban los soldados nazis? Para mitigar la fatiga y hacer que combatieran mejor, se les suministraba anfetaminas. ¿Guardias interminables? Anfetamina ¿Defensa de trincheras durante días? Anfetamina ¿Blitzkrieg sin descanso? Anfetamina.
Era el famoso Pervitin alemán. Un medicamento maravilloso que se empleaba también en la vida civil. La población engullía pastillas de Pervitin por cualquier chorrada, como quien se toma ibuprofenos hoy en día. Hay una anécdota en la que un esquiador finlandés se tomó todo el suministro de Pervitin de su escuadra y días después lo encontraron desnutrido, a cientos de kilómetros de distancia después de haber pisado una mina y habiendo traspasado las líneas soviéticas. Ya os la contaré.

Pervitin, ¡el sabor de la blitzkrieg en cada tableta!

Acabada la Segunda Guerra Mundial, la tolerancia con las drogas duras se acaba. La sociedad, que hasta entonces había visto con buenos ojos muchos narcóticos, se volvió mucho más intolerante a según qué prácticas. Eso sí, el alcohol y el tabaco siguieron siendo algo cotidiano y bien visto a todos los niveles: cuanto más refinado fuera el tabaco o el alcohol más refinada era la persona que lo bebía. Hay que tener en cuenta que hasta este momento las drogas son “naturales”, extraídas de plantas y depuradas para aumentar sus efectos.

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