domingo, 17 de septiembre de 2017

Verdi y verde. Acrónimos al poder.



Corría la mitad del siglo XIX en Italia y la idea de la unificación era cada vez más cercana. El plan era una Italia que unía los anteriores reinos disgregados de la Península Italiana y los ponía bajo la potestad de Víctor Manuel II. Todo eso ya lo traté en su momento en esta entrada, por si queréis refrescar las cosas.

Si se os han olvidado cosas, os diré que Austria controlaba la zona de la Lombardía (lo que quiere decir que Austria controlaba un buen cacho del norte de Italia, incluyendo ciudades como Venecia). Obviamente, a Austria no le gustaba eso de que territorios en los que mandaban ellos empezara a mandar el Manu y se opusieron a la unificación, presentando batalla. Son los años 1859 al 1861.

¡FLASH BACK!

El compositor italiano Giuseppe Verdi estrenaba en 1842 la ópera Nabucco. Si os pongo un enlace, seguro que os suena.

Hola chavales, ¿os apetece un poco de Rigoletto? Lo tengo sin cortar.

La ópera, aunque estaba ambientada en el Antiguo Testamento, tenía una especial carga simbólica para los italianos: en el número fuerte un coro de esclavos judíos se lamentan amargamente de su patria. La temática principal es el exilio forzoso y la nostalgia de la tierra natal: “Oh mia patria sì bella e perduta!”, que en español viene a ser “¡Oh mi patria, tan bella y perdida!”.

Y los italianos, cuando oyeron esa frase pronto se identificaron rápidamente con el oprimido pueblo judío. Y los malos eran los austriacos, que hacían peligrar la idea de unidad nacional que muchos tenían en mente.

¡FLASH FOWARD!

Los austriacos odiaban a Víctor Manuel y su plan para unificar unos territorios en los que ellos mandaban, así que no se podía  hablar en público de ese tema. El Manu era el-que-no-debe-ser-nombrado. Sin embargo, no tenían nada en contra de la música clásica. Y por eso no se preocuparon cuando empezaron a aparecer pintadas en las que ponía “VIVA VERDI”. “Serán muy fans de la ópera” pensaron los austriacos, y siguieron haciendo cosas de austriacos.

ERROR.

- No hay nada como un poco de vandalismo, Enrico
- En efecto, Lucca, sólo los más chungos de los chungos escuchamos ópera.
- Jajajaja, vamos a pegar a  alguno que le guste la música barroca.
- Vamos.

VERDI era, en realidad, el acrónimo de “Vittorio Emmanuele Re d´Italia”. Astutos italianos con sus acrónimos para burlar la censura austriaca. Pero si me habéis hecho caso al principio y habéis ojeado la entrada que ya escribí sobre la Unificación Italiana, sabréis que Víctor Manuel II triunfaría y se podría permitir el lujo de abandonar acrónimos para empezar una vida de italiana opulencia.

¡FLASH FOWARD OTRA VEZ!

España, 1931. Un régimen republicano se instaura en el país y la estética monárquica empieza a estar pasada de moda. Las fotos del Rey y eso de publicitar la monarquía no tenía precisamente el beneplácito del nuevo régimen republicano. Y ¿os acordáis de lo que hicieron los italianos con Verdi? Pues los españoles les hicieron “un sentido homenaje”, eufemismo que significa “plagiar la idea sin ningún tipo de vergüenza”.

Pero, claro, no era plan el ir pidiendo crípticamente al rey Víctor Manuel para España, así que aquí en vez de “VERDI” decíamos “VERDE”. Las iniciales de “Viva El Rey De España”, para aquellos que quieran saber por qué los monárquicos tenían ese gusto cromático en particular. Como si de un club secreto se tratase, los monárquicos españoles empezaron a llevar pañuelos verdes, corbatas verdes (y me atrevo a pensar que también calzoncillos verdes) para identificarse entre ellos.

En efecto, la cosa se estaba poniendo un poco VERDE en el balcón.

Pero no se vayan, aún hay más.

Los falangistas españoles no eran de color verde y les molaba más el color azul, por lo que tenían que buscarse otro críptico mensaje para identificarse. Que muchos de ellos no les gustaba la monarquía y preferían a Mussolini. Había que buscar una forma discreta de ensalzar el fascismo sin acabar en la cárcel. Normalmente solían reunirse en los cafés a comentar jugadas políticas, asi que… y si…
No podía ser VERDI, no podía ser VERDE, así que iba a ser CAFÉ (Camaradas, Arriba Falange Española).


Los acrónimos lo habían vuelto a hacer.

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