domingo, 24 de septiembre de 2017

A vueltas con la independencia: una reflexión



Pregunté por Twitter y se desató una pequeña Guerra Civil entre los que estaban saturados de Cataluña y los que querían barro. Al cerrarse la encuesta, el 33% quería que los dejaran en paz y el 66% quería que entrara en el berenjenal.

[Respiro hondo]

Allá vamos. Y lo voy a hacer con la difícil tarea de pasar de toda la cuestión histórica y las pajas mentales de barra de bar de “los catalanes lo que quieren es…” y “la Unión Europea quiere…” para evitar un texto ETERNO.

España y Cataluña. Cataluña y España. Cuando iba a primaria todos lo teníamos claro: los que se pelean se desean. Me gustaría que fuera tan jodidamente sencillo como eso. No es una cosa de negros y blancos. No hay una Cataluña vanguardista preocupada por sus ciudadanos enfrentada a una España atrasada y dictatorial. Ni unos catalanes taimados quemabanderas que ofenden los sentimientos españoles del resto de la noble nación.

- Joder, ya me he puesto perdido de sangre ¿tenéis un trapo para limpiarme las manos?
- No, pero tengo este escudo amarillo que...
- Me vale.

Hasta hace un par de décadas, el nacionalismo catalán estaba “domesticado”. Los nacionalistas revoltosos eran los vascos, que eran los que ponían bombas. Pero, ay, la cosa se torció con la llegada de la crisis. Y como el 99% de las cosas de este mundo están relacionadas el ámbito económico en 2012 Cataluña se quiso pactar con Madrid un concierto económico que le diera más autonomía frente al gobierno central, avisando que en caso contrario realizarían un referéndum independentista. En otras palabras, “si no nos dais más independencia, la cogeremos”. Hasta aquí bastante light.

Hasta entonces, España había cogido mucho a Cataluña vía impuestos, es cierto, pero no la había esquilmado. Durante mucho tiempo se había fomentado la industria en Cataluña, creando una red de infraestructuras que comunicaran con el resto de Europa bien por Cataluña, bien por el País Vasco, como “compensación” para los independentistas. 2012 fue el acelerador que desencadenó una ola de nacionalismo por toda Cataluña en los años posteriores, haciendo que políticos no independentistas como Artur Mas (que a principios del 2000 no era independentista) se radicalizaran.

Barcelona en 1929 sí que estaba espectacular.
¿Qué? ¿monotemático yo?

Cataluña tampoco había sido siempre esa “república de izquierdas” que parece publicitarse tanto en la propaganda nacionalista. ¿O hay que recordar quiénes apuntalaron gobiernos de Aznar a finales de los 90? El famoso Tripartito que afianzó a Aznar en el poder allá por 1996 llevaba el apoyo de los nacionalistas catalanes como pilar fundamental. Y estas buenas amistades en el eje Madrid-Barcelona se explican con la relación simbiótica del párrafo anterior. Lo cual me lleva al siguiente punto importante pero que parece ser difícil de comprender por muchos catalanes: España no es el PP.

Por mucho que al PP se le llene la boca con la palabra “España” hay muchas concepciones diferentes del fervor patriótico que no encajan con lo que creen que hay más allá de sus fronteras. Incluso hay republicanos federalistas que abogan por un Estado Español formado por diferentes regiones con identidad cultural propia. Llámame loco, pero yo veo más deseable una federación ibérica con Portugal que una escisión de Cataluña. Lo cual nos lleva a lo siguiente.

Estamos pensando siempre en el chovinismo regionalista de “mi tierra” pero ¿qué peso económico o demográfico puede tener esa nueva Cataluña en la Vieja Europa? Mónaco, Luxemburgo y otras micronaciones (incluso Andorra) tienen una poderosa maquinaria económica detrás que los sustenta. En caso de independencia ¿qué sustentaría la economía de la República Catalana? Recordemos que sería un país autónomo, con sus pensiones y Seguridad Social, su administración y su todo.

El barco lleno de policías nos ha mostrado el verdadero poder de Madrid: el Parque Warner.

No creo que sea el momento más adecuado para el referéndum porque, entre otras cosas, no está maduro. Puede haber toda la presión social que quieras hacer en la calle, pero no hay un proyecto que avale las nuevas estructuras estatales más allá de “todo seguirá como está porque la UE nos dejará hacer de todo, pero sin los imperialistas españoles de por medio”. Simplemente no es un proyecto realista tal y como están las cosas.

Lo cual no quita que el PP lo esté haciendo vergonzosamente mal. Sencillamente, el hecho de que el PP no sepa manejar la situación no da automáticamente la razón a los nacionalistas, aunque cada medida que tome cree chorrocientos nacionalistas más en el proceso. Incluyendo medidas tan disuasivas como meter a cientos de policías en un barco de los Looney Tunes.

¿Que los catalanes quieren votar? Que voten, faltaría más. Si el referéndum se hubiera realizado en aquel 2012, los resultados hubieran sido más favorables para España que de celebrarse hoy en día. Una votación no vinculante podría servir para tomar el pulso a la ciudadanía catalana y obrar en consecuencia para mejorar las relaciones y evitar una ruptura violenta.


Aunque muchos catalanes sigan actuando como si su mierda no oliera, espero que el Gobierno de España cumpla con el mismo fervor otros puntos de la Constitución.

BONUS: Mi porra para el 1-O.
Habrá poca participación y mayoritariamente votantes del SI (¿a alguien le cabe duda?). Los resultados darán una abrumadora victoria a los independentistas, quitará importancia a la baja participación excusándose en la represión de las fuerzas policiales y su discurso será el de un vencedor. Por otra parte, España centrará su discurso en la carencia de validez debido a la poca participación, la anticonstitucionalidad que lleva repitiendo todo el rato y utilizará también un discurso de vencedor.

Conclusión: ambos contendientes se dirán vencedores, ninguna asumirá los errores que han cometido a lo largo de este "tira y afloja" y todo esto sólo habrá servido para empeorar una relación ya de por si viciada.

2 comentarios:

  1. Como catalán votoblanquista (lo que diga la rubia, estoy cansado de que digan "mi país es mejor") creo que este conflicto está demostrando el poder de los medios de comunicación en el siglo XXI. La España que Catalunya quiere tener cerca es la que no sale por la TV, la que no pone Tendido Cero en horario infantil y la que escribe blogs como este. Pero, desgraciadamente, esa España no tiene peso alguno en los medios de comunicación. Luego está la Catalunya consciente que nuestros dirigentes (Mas, Pujol, etc.) son igual de derechas que la rancia España, pero mientras los abuelos de los unos preferían mantener campo, ser llamados señoritos y atar a gente a arados, los otros montaban industria, ataban a gente a colonias industriales y pedían (y conseguían) aranceles para los productos extranjeros, no sea que no pudiesen hacerse sus casoplones como la Pedrera, la Casa Batlló, etc.
    Perdón por la divagación, pero es que los medios nos azuzan los unos a los otros cuando realmente a todos nos gusta el buen comer, el buen beber y el buen foll... Digooo, la buena cultura.

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  2. Esto con Don Miguel no pasaba. Menos sostenes y más somatenes.

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