domingo, 7 de mayo de 2017

La guerra del Emú



La Primera Guerra Mundial ¿os acordáis de ella?

Trincheras, barro, muerte, gritos de dolor de los heridos… EL GAS. Esos estupendos ataques de gases irritantes que te hacían escupir cachitos de tus propios pulmones mientras agonizabas durante semanas... qué recuerdos [suspiro].

La Commonwealth recompensó a los valientes australianos que pelearon en batallas como Gallipoli con tierras en el interior de Australia. La densidad de población más alta se da en las zonas de costa, por lo que recompensar a los soldados desmovilizados con tierras en el interior reubicaba a parte de la población y equilibraba el territorio demográficamente. Un plan perfecto. Solamente sobre el papel.

Si la gente no se había establecido en las grandes llanuras del interior de Australia era por la escasa fertilidad del suelo. Y por la aridez. Que parece que a nadie se paró a pensar que quizá no era TAN buena idea lo de roturar tierras desérticas. Las cosechas eran malas y escasas porque la tierra no estaba preparada para ser explotadas intensamente.

Los veteranos de Gallipoli habían visto cosas horribles, pero no estaban preparados para luchar contra pájaros grandes.

Luego llegó la Gran Depresión y se desplomó el precio de los productos agrarios. Así que lo poco que sacaban de la tierra no valía nada. Los veteranos de guerra pidieron subvenciones y ayudas al gobierno, cosa que no llegó nunca por cuestión de prioridades. Hay que tener en cuenta que la infraestructura agraria de la época no es la misma que la actual y que, por ejemplo, canalizar al agua hasta estos sitios era problemático.

Y en mitad de ese desastre, estalla la Guerra del Emú.

Resulta que  los emús descubrieron que las tierras recién roturadas e irrigadas eran un buen sitio para establecerse. Para el que no lo sepa, los emús son aves grandes que no pueden volar, se alimentan de insectos y semillas y corren que se las pelan. Una especie de avestruces un 12% más pequeñas (apróx.) pero con más plumas y más feas.

Comandos emúes se infiltran tras las líneas australianas (1932, coloreada)

El caso es que, si ya de por sí era difícil sacar algo de esas nuevas tierras, con los emús comiéndose lo poco que germinaba era imposible. Las migraciones de emús movieron miles de individuos, arrasándolo todo como una plaga bíblica adaptada a la fauna absurda de Australia. O como yo cuando voy a un buffet libre. No sólo se comieron las cosechas, también derribaban los cercados y permitían a otros animales acceder a los cultivos. Vamos, que lo que no se comían, lo jodían. Como yo cuando voy a un buffet libre, que toco algunas cosas aunque no me las vaya a comer.

Los granjeros comenzaron a cargarse a los emús como buenamente podían, pero pronto los métodos de exterminio tradicionales se vieron insuficientes. Estamos hablando de principios de los años 30, así que Alemania tampoco había pulido los detalles del método de exterminio que le llevaría a la fama, así que dichos granjeros pidieron ayuda al ejército australiano. Y el ejército australiano respondió a esa desesperada llamada de auxilio.

- Soldado Lee, ¿cree usted que con estas plumas en el sombrero nos tomarán por uno de los suyos?
- Eso espero, a Matthew le mordieron levemente y desde entonces no soporta a Hitchcock.
- Monstruoso.

Un destacamento motorizado, con varias ametralladoras Lewis (las mismas que habían segado alemanes en las trincheras de Europa), se desplegó en la zona afectada por la invasión de emús en octubre de 1932. La Guerra del Emú había estallado. Sin embargo, debido a las lluvias y al mal tiempo estuvo un par de días inoperativo y no se combatió a los emús. Esas malditas aves habían ganado la primera batalla.

Si alguien está llevando el contador:
Australianos – 0
Emús – 1

Los días siguientes, ya con un tiempo más soleado, fueron un despropósito. Los emús fueron ametrallados sin piedad por parte de los soldados australianos, pero la naturaleza miedosa y los  rápidos movimientos que los caracterizan hicieron que solamente hubiera 12 bajas entre los emús. Afortunadamente, las bajas entre australianos fueron mucho menores, y no hubo que lamentar muertos. Pero habían gastado munición sin talento.

Australianos – 0
Emús – 2

El ejército intentó montar las ametralladoras en un camión y perseguir con él a las aves. Pero, una vez más, esto es 1932 y la velocidad que alcanzaba el camión era notablemente inferior al de los emús. Otra derrota para los australianos que resaltaba la superioridad de maniobrabilidad de los emús. A la semana de empezar esta “guerra”, las bajas de los pájaros habían sido en torno al medio centenar, y los cartuchos disparados no llegaban a los tres millares.

Australianos – 0
Emús – 3

Dado que el ejército australiano estaba haciendo el hazmerreír, se procedió a la retirada táctica. El comandante al mando comparó la tenacidad de los emúes con la de los zulúes y aseguró que tenían una movilidad similar a la de los tanques.

Australianos – 0
Emús – 4

Más tarde, para resarcirse de ese fracaso, se volvió a planear otra expedición punitiva contra los emúes. Con mucho más material y un mayor desembolso por parte del Gobierno australiano, la operación se llegó a dilatar durante casi dos meses en el tiempo. El cómputo global de bajas enemigas fue de tres millares de aves (contando a las heridas mortalmente). Aun así, la fauna australiana había puesto en jaque a un ejército veterano de la Primera Guerra Mundial. La prensa nacional e internacional se había hecho eco de esa humillación.

Y al año siguiente, los emús volvieron.


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