domingo, 5 de marzo de 2017

[Análisis] Frank Pitcairn: "Corresponsal en España"



Volvamos a hablar de libros un rato. Si, otra vez. Soy aragonés, y a terco no me gana nadie.


Bueno, esta semana toca hablar de un libro finito: Corresponsal en España, de Frank Pitcairn.
El nombre en realidad el pseudónimo de Claud Cockburn, un escritor y periodista (a estas alturas ya no os debería sorprender la etiqueta “escritor y periodista”). Como periodista es bastante bueno, y asiste a hechos muy relevantes para la Historia periodística, pero como escritor es más… discreto.

El bueno de Cockburn viene de familia distinguida de diplomáticos afincada en las colonias británicas, por lo que su familia tenía pasta y renombre. De hecho, como su familia tenía tanta pasta y renombre pudo estudiar en Oxford (¡nada menos!). Sus estudios le permitieron convertirse en un periodista respetado y corresponsal británico en el extranjero. Probablemente, para ocultar su origen acomodado, siempre escribe con seudónimo casi toda su vida, con distintos nombres.

Cockburn es el guapetón de gafas.

Como otros tipos que ya hemos visto por aquí, también tiene una deriva izquierdista durante su juventud. Incluso se afilia al PC y todo. La ideología le dura más o menos hasta la inmediata posguerra de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, y como quien se despierta de una resaca, empieza a desilusionarse con la dirección que está tomando la URSS y se aleja de las prácticas más ortodoxas que le habían caracterizado en su etapa anterior.

Su filiación política no le impide disfrutar de su labor de corresponsal, y viaja por muchísimos países. Además tiene una suerte que ni te la crees: ve el crack del 29 en Estados Unidos, es testigo del final de la Alemania de Weimar y está veraneando en España cuando estalla la Guerra Civil. Lo dicho, un tío con suerte.

El 18 de julio, Cockburn, está de tranquis en Salou (como el 90% de los zaragozanos hacen actualmente por esas fechas, por cierto). Por lo tanto, es testigo privilegiado de las primeras semanas de la Guerra Civil y escribe sobre las cosas con total inmediatez. No es como otros autores que he reseñado que escriben cuando vuelven a Inglaterra, Cockburn escribe sobre el “ahora”.

Milicianos del POUM defendiendo la República. LISTOS PARA UNIRSE AL ENEMIGO FASCISTA

Y hablando de cómo escribe, vamos a concretar una cosilla: Claud Cockburn es un propagandista de la leche. Como ya os he dicho un poco más arriba, por esta época aún no se ha desilusionado con el comunismo y le va lo duro. Lo cual quiere decir que comparte la visión estalinista que cree que los trotskistas son el mal encarnado en cierta persona con perilla y gafas. Trasladado a la Guerra Civil significa que el POUM es el mal en la tierra, tal y como Moscú quería dejar claro.

El libro está estructurado en 22 capítulos muy breves (algunos de un par de páginas) porque son artículos periodísticos recopilados. Por esa misma razón están escritos en primera persona, porque es Cockburn en persona quien les cuenta a los lectores sus vivencias por España. Aunque hay que reconocer que tiene un par de excepciones en algún capítulo y menciona algún “nosotros”.

Por lo tanto, Corresponsal en España es la plasmación de la observación de una realidad, de los sucesos cotidianos. El relato tiene muchísimas anécdotas de eventos que el autor vive en sus propias carnes. Algunos son pinceladas superficiales, como cuando se le rompe el cinturón y se le caen los pantalones en plena huida del ataque franquista (y milagrosamente sobrevive, sin pantalones, pero sobrevive). Otras veces son sucesos con algo más de relevancia histórica, como cuando acompaña a la columna Durruti durante unas horas y experimenta el bombardeo aéreo que reciben.

Señor asiático recreando el dramático momento en el que Cockburn se queda sin pantalones en mitad de la batalla.

Los enemigos de la República son caricaturizados de formas absurdas porque Cockburn es, una vez más, un propagandista a tiempo completo. No solamente está el caso del POUM que hemos aludido antes, los militares tampoco se libran. Se generaliza de forma inmisericorde y se afirma que los militares de profesión están en contra del pueblo, que ningún mando militar que se haya mantenido fiel a la república porque todos son una panda de fascistas.

La obra tiene un evidente optimismo ingenuo en el triunfo republicano. Como está escrita en las primeras semanas de la contienda, se cree con total seguridad en que la República vencerá a esa panda de golpistas mal organizados. Por ejemplo, a la salida de Barcelona se encuentra con un retén de milicianos armados con armas de caza que han dado matarile a un coche entero de falangistas que huían armados. Así de fácil y contundente es el triunfo en el que confía Cockburn.

Sin embargo, y pese a que se alista en el ejército republicano como voluntario, poco dura en el frente. Combate en un par de ocasiones y descubre que lo de luchar no es lo suyo, que puede ser más útil en la retaguardia y agitando las conciencias en Gran Bretaña. A las dos semanas a Londres, de una forma un tanto irregular, sin quedar demasiado claro el por qué.

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