domingo, 9 de octubre de 2016

Dandis, hipsters del siglo XIX



La Revolución Industrial trajo un montón de cosas buenas que hacen que, ahora mismo, puedas estar leyendo esto en la pantalla de tu ordenador. Pero como todo en este mundo, también tiene una faceta oscura y trajo cosas malas. Como la polución. O los dandis (del palabro original inglés "dandy").

Al contrario de los petimetres, con sus caras blanqueadas como una pared de algún pueblo del mediterráneo y sus pelucas horrendas, no resulta fácil decir si la estética dandi fue cosa del pasado. En los años 20 hubo un revival de la cultura dandi de la misma forma que ahora hay revivals de las modas de los 90, y actualmente muchas celebridades podrían considerarse que presentan aspectos de la estética dandi.

Las revoluciones Francesa y Americana habían llevado a la palestra a un estamento social, la burguesía, que monopolizó el poder político y sustituyó a las caducas elites nobiliarias. La revolución industrial asentó en el poder a la burguesía. La transformación económica capitalista hizo el resto: las costumbres ancestrales habían dejado de tener razón de ser, una nueva era había llegado.

- Y yo le dije "¿a mi me vas a atracar con esas pintas? por-favor"
- Ya hay que ser valiente para atracar un chaleco tan pasado de moda
- Jajajaja
- Jajajaja
- Por cierto, tus pantalones ya no se llevan.
En otras palabras, los burgueses habían pasado de ser artesanos a ser empresarios. Las nuevas élites políticas sustituyeron o deformaron las costumbres tradicionales por otras más acercadas a su forma de ver el mundo. Los avances en medios de transporte hicieron que las modas se extendieran fácilmente entre espacios geográficos mucho más extensos. El barroquismo de la nobleza, que necesitaba manifestar su poder refrotándote en la cara que ellos tenían de todo, dejaba de tener sentido, dando inicio a una “sobriedad elegante”. Para que me entendáis: los pantalones habían sustituido a las calzas, nena.

Y la mejor expresión de esa sobriedad fue la vestimenta. La burguesía utilizó la indumentaria como una característica para diferenciarse del “ordinario” hombre de la calle. Que no recurrieran a las representaciones del poder tradicionales no significa que no quisieran ostentar ellos mismo su poder. Y, de esta forma, nació el “buen gusto”, un concepto elitista y excluyente. Pero eso es lo que opina la gente que no tiene buen gusto, así que ni caso.

Jaime de Marichalar. El dandi español.

Los dandis pertenecían a esa “aristocracia de espíritu” que se había revelado contra la aristocracia de sangre. Pertenecían a profesiones liberales (y por ello solían tener altos grados de educación intelectual). Al contrario que los románticos, que les molaba todo eso del mundo rural idealizado y bucólico, los dandis adoraban las grandes urbes y el progreso industrial. En la actualidad, serían bandas callejeras rivales y románticos y dandis se liarían a tiros por saber que estética mandaba. O alguna tribu urbana chunga de esas que hacen que los abuelos se cambien de acera.

Los auténticos dandis creaban la moda. Guardaban el secreto de la procedencia de su ropa y accesorios como quien guarda el secreto de la fórmula de la Coca-Cola. No importa lo excéntrico que pudiera parecer, había que explorar los límites de la estética en cuanto a tejidos, colores y estampados. Los buenos dandis conseguían notoriedad y el resto los imitaba como buenamente podían. Con una levita negra con estampado sencillo se podían llamar la atención mucho más que con un recargado traje de colores chillones. Los buenos dandis también solían ser outsiders excéntricos con personalidad conflictiva, que normalmente acababan arruinados y marginados por la sociedad.

Varios miembros de la tribu de los dandis, probablemente saliendo a pegar palizas a románticos que estén escribiendo poesía bucólica en "su barrio".

Los cambios llegaban con una rapidez que no había sido posible siglos atrás, cuando las directrices estéticas duraban décadas enteras. Ahora podías levantarte y preguntarte “¿Qué cojones se lleva ahora?” y seguidamente tirar a la basura el chaleco de seda que te habías comprado la semana pasada por que su corte era ligeramente diferente al que se llevaba hoy. Si te lo ponías, el resto de dandis se reirían de ti en el recreo.

Pero que no cunda el pánico. Surgieron revistas de moda que permitían saber qué estaba de moda y qué no, pasajes comerciales en los que comprarte lo último de lo último y clubes de caballeros en los que poner a caldo a alguien con menos sentido estético. Corbatas, pañuelos anudados, bastones, levitas, sombreros de copa y un largo etcétera de prendas de ropa impecablemente llevadas, señales que identificaron a los dandis a lo largo del tiempo.

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