domingo, 20 de marzo de 2016

La Revolución Rusa



La Revolución Rusa es una de esas revoluciones que cambian la Historia. Como la Revolución Francesa. O el invento del fuego, que también sería revolucionario en su momento, yo que sé.

La Primera Guerra Mundial hizo mierda a países que tenían una larga trayectoria como imperios. La gente de esos imperios, que veía como las cabezas visibles de sus monarquías eran perfectas e infalibles, empezaron a dudar de ellos cuando las derrotas se alternaban con derrotas estrepitosas. 
Uno de ellos fue el Imperio Austrohúngaro, otro el Imperio Otomano y, finalmente, el Imperio Ruso.

Desde principios del siglo XX, Rusia se las llevó calientes en todos los frentes y en todas las guerras. Rusia era un país enorme y eso significaba que tenía frontera con muchos vecinos a los que no les caía bien. Es lo que tenía ser un imperio que estaba a la altura de los más avanzados países de África, por lo menos en cuanto a desarrollo y reformas. Si hicieran un casting para encontrar a un actor que represente antropomórficamente a Rusia, yo elegiría a aquel cuyos padres fueran primos.

Niño vendiendo modernas calculadoras portátiles de diseño ruso.

Pero claro, el Zar creía otra cosa, y se metía en guerras con países con tecnología infinitamente superior, como Alemania, que habían invertido grandes sumas de dinero en dar patadas en el culo mucho más fuertes. Y eso es lo que ocurrió con la Primera Guerra Mundial.
Rusia estaba acostumbrada  a una forma casi napoleónica de plantar batalla, y las líneas de infantería saltaban por los aires gracias a la artillería enemiga. Mandaban a la caballería y eran contrarrestados con ametralladoras. Y si no funcionaban las tácticas, se enviaba a otra oleada. Y así sucesivamente.

La gente moría en batalla muy fácilmente a principios de siglo. Y para suplir al enorme número de muertos, se movilizaban a más personas que tenían que dejar las tierras sin cultivar para ir a coger un fusil del siglo pasado. Sin tierras produciendo comida, empezó a haber más hambre de la normal en el Imperio Ruso.

Cuando el hambre se convirtió en algo tan popular que todo el mundo lo tenía, el gobierno zarista, ante esta oleada de desórdenes civiles, se dedicó a perseguir a la población mediante policía secreta y a meterlos en la cárcel. Para ver si así disminuían las protestas y eso. Supongo que en la cabeza de los Romanov tenía sentido. Como a la gente que pasaba hambre tampoco les gustaba eso de que encarcelaran a sus familiares y amigos más quejicas, los ánimos se caldearon.

No estoy justificando el asesinato del Zar, pero alguien que tiene un gusto tan pésimo para vestirse, merece todo lo que le pase.

La gente estaba tan harta de la desastrosa política que estaban llevando a cabo la dinastía Romanov (que había estado en el poder desde, bueno, desde siempre) que empezaron una revolución. El Zar estaba demasiado ocupado comiendo platos caros y haciendo cosas caras en su palacio de San Petersburgo mientras el pueblo llano se moría de frío, de hambre o de las dos cosas a la vez. Los intelectuales empezaron a preguntarse si el gobierno autocrático zarista era lo más adecuado para el país.

De esta forma llega la “Revolución de Febrero”, llamada así porque ocurrió en febrero de 1917. Un poco obvio, pero innegablemente bueno para aquellos que tienen que estudiarse este periodo. Chicos listos, estos rusos. De esta forma se crea un gobierno provisional de carácter democrático y burgués, que asume la deriva política de Rusia. El presidente de este nuevo gobierno fue un joven abogado, Kerensky, que siguió enfangado en la Gran Guerra. Rusia, en un alarde de locura, siguió luchando en la Primera Guerra Mundial bajo la creencia de que, por lo menos en cuestión de probabilidad, iba siendo hora de que Rusia ganara algo. Error.

Paralelamente a la vía oficial, se formaron pequeñas agrupaciones de ciudadanos que empuñaron las armas para derrocar al Antiguo Régimen. Estas asociaciones, que podrían ser los obreros de una fábrica concreta o los vecinos de un simple pueblo, empezaron a ejercer un contrapoder desde la calle al poder político oficial de Kerensky.

La Revolución Rusa es tan aburrida que hizo bostezar a Lenin. Una vez. El 18 mayo de 1917.

Los bolcheviques, que empezaron siendo un pequeño partido revolucionario marxista, se lograron meter en el bolsillo a los soviets con las promesas de paz, reparto de tierras y comida. Desde luego, sabían qué había que prometer para convencer a la gente.  Y, bueno, las dos primeras cosas las medio cumplieron.

En octubre, los bolcheviques, con apoyo de los soviets derrocaron al gobierno provisional de Kerensky en la Revolución de Octubre que, con el mismo detallismo que la de febrero, se produce en octubre. En contra de lo que se cree, se tomó el Palacio de Invierno de forma bastante pacífica (apenas murieron cinco personas). Se formaba el primer gobierno comunista de la Historia, presidido por Lenin, quienes rápidamente firmarían la paz de Brest-Litovsk para sacar a Rusia de la Primera Guerra Mundial.

Pero, claro, muchos de los aristócratas, nobles y altos cargos del clero ortodoxo no estaban de acuerdo con eso de dejar de mandar y empezaron a plantar cara a las primeras medidas comunistas, como eso de repartir la tierra.

Estallaba  la Guerra Civil Rusa. La guerra entre rojos y blancos.

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