domingo, 17 de mayo de 2015

La relevancia socieconómica de las mujeres públicas en la Edad Media (putillas medievales)



"Hey, ¿qué clase de fiesta es ésta? ¡No hay alcohol y sólo se ve una furcia!" 
- Bender, Futurama

La prostitución es conocida popularmente como “el oficio más viejo del mundo” y nunca ha existido en la Historia una discontinuidad provocada por la Edad Media.

Sí, se que es difícil creer que frente a una sociedad en la que los teólogos de la Iglesia llamaban a la castidad, se crease una prostitución institucionalizada por los órganos de poder de las ciudades que daba pingües beneficios. Pero ocurrió. De verdad.

La controversia de este tema era clara en los ambientes cristianos: ¿Era más lícito yacer con una profesional si así se reservaba al cónyuge para los “escarceos meramente reproductivos”?  ¿Era moralmente más correcto hacer el amor con una prostituta que “engañar” a una mujer casada o viuda para llevártela a la cama? ¿Era tan censurable la prostitución para el cristianismo cuando María Magdalena, canonizada santa, había sido prostituta? Estas preguntas propias de Telecinco se debatían con una seriedad digna de Punset porque lo que estaba en juego era tu ALMA.

Era obligatorio ponerlo

En cualquier caso, y al margen de la opinión de los hombres de fe, nos encontramos ante un negocio que muchos ayuntamientos quieren controlar. De esta forma, se implanta una prostitución oficial que tributa impuestos como cualquier otro oficio, y que es de obligada presencia en localidades de cierto tamaño o lugares de paso de viajeros. Viajero que ha mojado el pincel, viajero contento.

Sin embargo, la ubicación de los burdeles tiene que ser discreta y apartada. No puede estar en una calle principal, para librar así a las buenas gentes de la tentación de la carne. Para ello se debe anunciar en los extremos de la calle con carteles que adviertan al forastero. “Cuidado, prostitutas sueltas” es lo que pondría en los carteles si viviera en la Edad Media pero, como casi nadie sabría leerlo, acabaría dibujando un pene contento o algo así.

Además, las prostitutas debían estar separadas físicamente de las gentes con decoro. Esto se traducía en gruesas tapias que rodeaban el burdel por sus cuatro costados, seguratas que custodiaban la puerta y otras medidas no menos eficaces para impedir la entrada de la gente incorrecta al burdel. Y aun así, algún santurrón “se perdía” y acababa entrando a la pequeña fortaleza amatoria “por error”.

"Espera -reflexionó Ximena en aquel momento- si la vela está ahí, ¿Qué es lo que me estoy clavando?"

 Las prostitutas también debían estar diferenciadas de las mujeres piadosas por su forma de vestir: tocas y colores apagados dejaban bien claro que una mujer era virtuosa. Los hombros al descubierto, sin abrigo o insinuando su figura, además del empleo de ropa de colores vivos, señalaban a las mujeres públicas. Oseasé, que si una mujer vestía con un saco (que desdibujara sus formas y tuviera color apagado), era de fiar. Recuerda: sólo las mujeres descaradas enseñan los hombros o se atreven a llevar ropa de colores.

Las instituciones de las ciudades altomedievales concentraron a estas prostitutas oficiales en mancebías y burdeles. Esos edificios no sólo ofrecían comodidad y discreción a los potenciales clientes, sino que además contaban con medidas de seguridad que garantizaban el orden en el recinto. Porque lo último que querías después de haber pasado un buen rato con una putilla era descubrir que te habían limpiado la cartera mientras mirabas a otra parte.

Mediante esta institucionalización de las prostitutas, se les podía hacer exámenes médicos que garantizaran su salud e higiene. Excepcional caso de buen funcionamiento y exquisitez representa el burdel de Valencia, que muchos viajeros alaban en sus escritos por su limpieza y tranquilidad; además de estar bien surtido de chicas, por lo que parece. Me estoy refiriendo a la Valencia del siglo XIV, no vayáis a buscarlo ahora para tener una tarde de desenfrenado sexo histórico, que ya no existe.

- ¡Moc, moc!
+ Joder, Nuño, cada vez que me tocas las tetas haces la broma del ruido de la bocina.

La prostitución llevaba a las muchachas jóvenes a vender sus cuerpos para ganar dinero fácil y rápido (de forma medieval en este caso). La realidad entronca en muchas ocasiones con el endeudamiento: las prostitutas habituales era con frecuencia estafadas en posadas y mesones, encadenándolas mediante deudas que contraían. De esta forma, mientras eran productivas, el posadero se aseguraba de que tenía con lo que entretener a sus clientes.

 Al margen del comercio carnal institucionalizado, existía toda una prostitución encubierta y perseguida. Solía ser de ínfimo nivel y siempre de forma discreta, ya que estaba penada. A ella recurrían las mujeres ya viejas, enfermas o expulsadas de los burdeles oficiales, extrapolando la duda de Bender “¿Una robopilingui de trecientos pavos o trescientas robopilinguis de a dólar?” a la sociedad medieval.

Pero también recurrían a la prostitución fuera del marco legal aquellas personas cuyo nombre no quería estar en boca de todos por sus escarceos amorosos. Para esta segunda clase de prostitución era fundamental la figura del alcahuete o alcahueta, nacida de la necesidad de poner en contacto a las dos partes interesadas con total discreción. Luego surgió Badoo, y todas esas páginas y la figura del alcahuete terminó junto a la del afilador, el sereno o el sexador de dinosaurios.

Porno medieval. Por la cara se nota que ella esta sobreactuando.

No sólo las mujeres se veían necesitadas de esa discreción. Pese a que era comúnmente aceptado que el hombre medieval fuese promiscuo por naturaleza (y muchas mujeres casadas veían con naturalidad que su marido pagara los servicios de prostitutas), para muchos varones el codearse con profesionales del sexo era una deshonra, por lo que no podían ser vistos en los burdeles oficiales.

Además, estaban aquellos cuyos gustos sexuales eran peculiares. ¿Qué eres un hombre pero te gustan los hombres? Sin problema ¿Qué te gusta el sexo con animales? Algo podré encontrarte. Por eso muchas veces la figura del alcahuete era sinónimo de corruptor de personas y severamente juzgado por sus actos contra la moral establecida en cuanto se le lograba echar el guante a alguno de ellos.


Cosas de la Edad Media

1 comentario:

  1. Oye, voy a decirte una cosa.
    Ando por muchos blogs, pero es la primera vez que me dirijo en un comentario al autor del mismo para decirle: "¡Ole"
    Por tu padre, no lo dejes morir, y sigue actualizándolo. Tengo la espina clavada de no haber estudiado Historia (algún día lo haré, a distancia, claro), y opino de verdad que si a los profesores de Historia de los institutos les gustara su trabajo, los chavales no huirían de la asignatura como lo hacen. Y este país funcionaría mejor. Estoy convencido de lo primero, y de lo segundo como consecuencia de lo primero.
    Eso tío, no lo dejes morir. Eres un puto crack.

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