domingo, 26 de octubre de 2014

El Sexenio Democrático



Un domingo más, toca hablar de cosas de historia, en concreto del Sexenio Democrático. O Sexenio Revolucionario, todo depende de lo conservador que fueras en aquella época y la facilidad de que te llevaras las manos a la cabeza.

Aunque se divide en tres etapas menores diferentes, oficialmente inicia en septiembre de 1868 (con La [revolución] Gloriosa) y finaliza en 1874. Seis años. Sexenio. Fácil ¿no? Pues estos seis años son los que fundamentan los prejuicios que hacen que odie el siglo XIX español. Porque son seis años de fechas, nombre, caos e inestabilidad política.

Progresistas y demócratas se unen mediante el Pacto de Ostende para derribar a Isabel II, que favorecía demasiadas veces al partido moderado. Más adelante se les une el General Serrano y el partido de Unión Liberal. Todos ellos creían que Isabel II había dejado de ser la reina que representaba a todos los españoles para ser únicamente la reina del partido moderado. Y además, Isabel II era un poco facilona (no ayudaba a mejorar la imagen el que tuviera una colección de amantes nada disimulada) y por aquel entonces la monarquía estaba en entredicho.

Isabel II, por raro que parezca era considerada sexy en la época. Otra de las razones para odiar el siglo XIX.

domingo, 19 de octubre de 2014

Historia de mi historia



Últimamente he hablado mucho sobre historia y muy poco sobre mí. Así que vamos a romper un poco esa inercia que habíamos cogido, pero sin salirnos de la temática.

Empecé este blog sin saber muy bien lo que quería hacer, como un simple pasatiempo con el que aliviar el, cómo calificaría Baudelaire, spleen veraniego. Escribir nunca se me ha dado mal y, aunque los blogs habían sido desbancados por Twitter, Tumbrl y una horda de niños-rata campaba a sus anchas por Youtube, hice lo que sabía hacer.

Una de las constantes en mi vida ha sido la Historia, así que era cuestión de tiempo que el blog se enfocara hacia ese camino. 2012 fue el año en que el blog empezó a gatear y a escorarse hacia mi carrera estudiantil de forma discreta, como esos carros de los supermercados que nunca tienen las cuatro ruedas correctamente funcionales.

El blog me lo tomé (y tomo) como un ejercicio intelectual en el que me demuestro a mí mismo que soy capaz de hablar de cosas que he aprendido. Y no solo eso, sino que soy capaz de hacer bromas con cosas serias y temas aparentemente aburridos. Si, probablemente en un libro te hablarán de las cosas de las que yo te hablo con más solemnidad, pero esos estirados no te contarán nunca que Alcibíades se cogió una borrachera de campeonato y se dedicó a castrar estatuas en plena euforia etílica. Que se queden ellos con su seriedad académica que yo me siento cómodo en mi irreverencia.

El caso es que Historia siempre me había acompañado. Mientras  mis compañeros de primaria soñaban con ser jugadores de fútbol famosos y ricos mis aspiraciones eran mucho más quijotescas y soñaba con ser un caballero de brillante armadura. Sí, siempre he sido un especialico. Mientras mis compañeros jugaban al GTA y a Los Sims yo me echaba unas buenas viciadas al Age of Empires II y al Empire Earth. Y porque en aquella época no existía el Canal de Historia, que entonces me habría tragado hasta los documentales en los que dicen que las Pirámides las han construido marcianos.

Age of Empires II, detonante lejano de la mayoría de las tesis que se están leyendo ahora mismo.

lunes, 13 de octubre de 2014

El liberalismo (oposición)



Cierto compañero y amigo me ha hecho saber, entre risas, que tengo un “ramalazo absolutista” importante. Os lo explicare con un símil: ¿Sabéis cuando una avispa va a beber de la orilla de una piscina y acaba cayéndose dentro y luchando sin éxito por salir? ¿Sabéis  esa secreta satisfacción que produce verla ahogarse mientras piensas “tú eres la que me picaste el otro día cuando paseaba”? ¿Sabéis el patetismo de un animal que es 50% rencor y 50% mala hostia envuelto en color negro y amarillo, que en el aire te haría correr de un sitio a otro y que en el agua es incapaz de nadar?

Pues ese mismo patetismo enternecedor es el que tengo yo, que se cómo van a acabar todos esos intentos de reinstaurar el Antiguo Régimen. De la misma forma que la avispa intenta e intenta levantar el vuelo pero no logra salir del agua y acabará ahogada, los absolutistas intentarán reinstaurar sus propias visiones de la política sin saber que están abocados al fracaso. Ah, humor de historiador.

Y ahora, a lo que íbamos. Hablar de oposición al liberalismo es hablar de carlismo. Sí, hay otros movimientos que se oponen a las reformas que proponen esos primeros liberales, pero los que más mal dieron y más se destacaron en eso de matar liberales fueron los carlistas.
Y eso que Fernando VII puso el listón bastante alto en lo que a materia de maltratar liberales se refiere. Como ya he repetido mil veces, dejó la obra legislativa de las Cortes de Cádiz reducida a pedazos y empezó a perseguir a liberales y afrancesados con una virulencia que asqueó a las demás monarquías absolutas europeas. Digamos que la frase “tranquilo, no es nada personal” no la inventó Fernando VII.

Antiliberalismo (de la mano del carlismo), extendido por España con el mismo tono que una irritación de piel.

domingo, 5 de octubre de 2014

El liberalismo (ideario y corrientes)



El liberalismo decimonónico… un tema del que alguno de mis amigos podría estar hablándote durante horas sin repetir nada y manteniendo el entusiasmo inicial. Otra cosa es que tú a la media hora empieces a asentir metódicamente y a hacer como que su monologo no ha sido sustituido por un leve murmullo acallado por tus propios pensamientos.

Pero yo no soy dicha persona y voy a explicar el liberalismo de una forma mucho más superficial y, por lo menos, mis planes intentarán que de forma más amena. Así que entremos en el siglo XIX español.

Los primeros liberales españoles los encontramos en las Cortes de Cádiz, que son los primeros en plantar cara al Antiguo Régimen y también son los primeros en recibir palos por parte de Fernando VII y los absolutistas. Esos primeros liberales de 1812 buscaban el cambio a un gobierno mucho más participativo y, en definitiva, abierto al cambio.

La Constitución de Cádiz en toda su idealizada gloria liberal y decimonónica