domingo, 31 de agosto de 2014

Últimas noticias: es verano



No, no es que lleve un retraso curioso. Es que ahora acaba de empezar mi verano y durará más o menos medio mes. Sé que suena triste, pero así es la realidad del estudiante de Historia: triste. MI cuerpo tiene un bonito bronceado-biblioteca cuya blancura puede mirar cara a cara a la más potente de las lejías y sirve para que no sepa dónde acaba mi brazo y empieza el folio donde estoy escribiendo.

Cuando tienes una decena de libros llenos de post-it, notas, folios subrayados en tu propio código de colores y son las cuatro de la mañana con el ordenador encendido, cuando ocurre eso y oyes por enésima vez “Paquito el chocolatero” porque es verano y la verbena del pueblo está en su punto álgido, cuando todo eso se da la mano algo hace click en tu cerebro y sabes que has tocado fondo.

Mi ordenador y cuartel general, una calurosa noche de agosto cualquiera.

O puede que tocara fondo aquella noche en la que “cerré los ojos para descansar la vista” y me desperté a las doce del mediodía siguiente con todas las hojas escritas a lapicero pegadas por el cuerpo gracias al sudor veraniego. No sé, he tenido muchos momentos en los que tras tocar fondo he cogido una pala y he empezado a caer más bajo aún de lo que creía posible.

Pero ya ha acabado todo. Ahora puedo tener dos semanas para relajarme. Wow, catorce días en los que puedo hacer cosas y sociabilizar. Aunque ahora que lo pienso, hay que descontar un puñado de días de presentación del trabajo, papeleo y burocracia así que… diez días de vacaciones. Un lujo al alcance de pocos solamente.

Dios, si es que estoy deseando que crucifiquen a alguien para que me den más tiempo de fiesta. Me vale con que santifiquen a un puñado de personas ahora en septiembre y pueda empalmar con Pilares combinando días festivos en una obra faraónica de ingeniería temporal.

Punto de reunión de la Universidad de Zaragoza en el que suelo engañar a victimas para que se lean mi TFG.

La parte buena es que, ahora que lo peor ha pasado, tengo un trabajo de treinta y muchas hojas que desea ser leído por un intransigente tribunal y un cerebro que se recupera a pasos agigantados de una lobotomía veraniega. Así que podría decirse que ahora estoy bien y puedo salir a tomar la fresca como una persona normal, cosa que, por supuesto, no hago.

Así que, si me perdonan, tengo un té que tomarme tumbado a la sombra porque creo que me lo he ganado.

La semana que viene volvemos al lío histórico con las pilar cargadas a tope.

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