domingo, 20 de julio de 2014

El fin de la hegemonía de la monarquía Hispánica: La Paz de Westfalia



Menudo título largo ¿eh?

Resulta que España en el siglo XVI era el matón de clase: alguien gigante con el que es mejor no meterse pero odiado por todo el mundo. Carlos I y Felipe II asentaron la hegemonía española por Europa y el Mediterráneo y sus reinados supusieron monarquías fuertes y capaces que ejercieron el control de forma bastante efectiva.

Con Felipe IV la cosa cambió, y no solo de siglo. En el siglo XVII estallan todas las enemistades que había ganado España en los últimos siglos, parando todos los golpes con la cara. Francia declaró la guerra a España, nerviosa por verse rodeada de enemigos hispánicos. Inglaterra no dejó escapar la oportunidad de hacer un poco de piratería por las Américas, como siempre ocurrió pero nunca reconoce. Portugal se incorporó al Imperio Español  y, al no quedar satisfecha, se independizó tras 60 años. Las Provincias Unidas volvieron a sus desesperantes hostilidades. Y todo eso sólo en materia de política exterior.

La inutilidad de una dinastía hecha mapa

Internamente, en el siglo XVII, España tuvo que soportar la rebelión de Cataluña y un par de conspiraciones hechas con desgana en Aragón y Andalucía, de esas que haces “para ver qué pasa” en una tarde de domingo especialmente aburrida. Para qué vais lo importante que es tener un rey fuerte en la Edad Moderna, que a Carlos II nadie podía tomarlo en serio.

En ese contexto de lucha por el predominio de la hegemonía europea, de crisis política y de sucesión de reyes españoles debiluchos, se enmarcan las diferentes paces que había que hacer con los muchos países que se querían repartir el pastel del Imperio Español. Holanda, Dinamarca, Inglaterra, Suecia, Francia… todos esos países hacían cola con un plato en la mano a ver que lograban arañarle a España como el estudiante que va a la revisión de un examen a por una décima más en su nota.

Felipe IV ¿En serio alguien obedecería voluntariamente a un rey que puede sacarte un ojo con su bigote?

Y en ese contexto de crisis de la monarquía hispánica llega la Paz de Westfalia, que en realidad es la suma de los tratados de  Osnabrück y Münster (ambos de 1648). Con ella se reconocía el derecho de los príncipes alemanes a decidir la religión de sus territorios (católica de toda la vida o nueva moda protestante). Tambien se daba independencia a Holanda, que dejaba de ser patrimonio de la dinastía de los Habsburgo para ser una nación más en el panorama europeo. También tenía repercusiones menores, como que Francia se apropiaba del pasillo español que conectaba Flandes con Italia, Suecia se convertía en la dominadora del Báltico o Suiza se independizaba del Sacro Imperio Germánico.


Con la Paz de Westfalia queda iniciada algo que con la paz de los Pirineos (1659) será un hecho: España había dejado de ser la principal potencia continental de Europa y le cedía el testigo a Francia. Los mares pasarán a ser monopolio de las compañías comerciales inglesas y holandesas. El matón de clase que era España en el siglo XVI se había convertido en una piñata que todos los países golpeaban para ver que premios soltaba. Y Carlos II, ya a finales del siglo XVII, babeaba en el trono ajeno a todo lo que había perdido.

Y para terminar, un primer plano del culo de un caballo. Clásico.

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