domingo, 30 de marzo de 2014

Turismo para cruzados: Constantinopla



La gente cuando piensa en las cruzadas piensa en los templarios, Saladino, Ricardo Corazón de León y todo ese tipo de tópicos. Pues bien, todo ese espíritu caballeresco es hasta la Tercera Cruzada.

La Primera Cruzada fue una manifestación de fervor religioso interestamental. La Segunda Cruzada fue una estupenda campaña de lavado de cara para las grandes aristocracias de la cristiandad. La Tercera Cruzada fue… ¿la más llevada al cine? Bueno, que tenía templarios. Pero la Cuarta Cruzada fue el máximo exponente de hipocresía de la Historia.

Con la presencia cristiana en Tierra Santa relegada a una pequeña tira costera en el Mediterráneo. Los enclaves sagrados para la cristiandad estaban en manos de infieles, cosa que no podía tolerar el Papa Inocencio III, por lo que se declara una nueva cruzada. El principal problema es que se había perdido el tirón novedoso (¡la cuarta ya!) y el espíritu cruzado se estaba disipando.

 
Enrico Dandolo, Dux de Venecia, intentando poner su mejor cara de "yo-no-he-hecho-nada-jijiji"

Porque los estados cristianos estaban más deseosos de partirse la cara entre ellos que de recuperar los Santos Lugares: el Sacro Imperio Germánico estaba enfadado con el Papado, Inglaterra y Francia se estaban haciendo la guerra los unos a los otros, los reyes ibéricos suficiente tenían con Al-Ándalus y de los estados italianos mejor no hablar.

Bueno, Inocencio III termina convenciendo a un grupo de señores para que lleven a sus soldados por Tierra Santa, Venecia sería la encargada del crucero por el Mediterráneo. Pero resulta que cuando los cruzados llegaron a la ciudad de Venecia, no traían dinero para pagar su pasaje en los barcos venecianos (iban a ganarse el perdón divino, no a comprar souvenirs y por ende no traían mucho dinero). Se quedaron acampados en los pantanosos terrenos venecianos mientras reunían la exorbitada suma que pedían los venecianos (y algunas epidemias, ya de paso).

Los venecianos, comerciantes como ellos solos, lograron poner salida a la encrucijada en la que estaban: el ejército cruzado tomaría la ciudad de Zara para Venecia y a cambio les aplazaban el pago del viajecito. El Papa, cuando oyó los planes de los venecianos se llevó las manos a la cabeza: un ejército que tenía el elevado cometido de peregrinar y reconquistar los lugares sagrados para la religión católica iba a conquistar una ciudad en manos de cristianos católicos (en este caso, húngaros).

Recorrido de "Venecia Cruceros"  (disponibles descuentos para grupos de cruzados) en la Cuarta cruzada

De nada sirvió que Inocencio excomulgara a aquellos que tomaran parte en la conquista de Zara, nadie le prestaba atención ya. Era como el delegado de clase intentando imponer orden entre una multitud ruidosa. La cruzada había perdido el norte.

Un emisario llegó a Zara con una ambiciosa proposición para los cruzados: conquistar Constantinopla. Para el siglo XIII el Imperio Bizantino no era lo que había sido anteriormente, era una especie de vieja gloria que recordaba los tiempos en los que no había sido un don nadie. Las luchas internas entre Alejos (porque si eras de la nobleza bizantina tenías un 90% de posibilidades de llamarte Alejo) eran el pan de cada día.

Los cruzados dejaron de ser cruzados y se convirtieron en mercenarios al servicio de un aspirante al trono bizantino. Y los venecianos, que olían el dinero, estuvieron de acuerdo ante las promesas de botín que les ofrecía el futuro Alejo IV.  Los mercenarios-cruzados desembarcaron en Gálata y el emperador Alejo III (Alejos hasta en la sopa) huyó de la ciudad con el rabo entre las piernas. Alejo (IV) sustituyó a Alejo (III) pero no pudo cumplir lo que había prometido a venecianos y cruzados a pesar de que se subieron los impuestos.

Según Delacroix la entrada de los cruzados en Constantinopla fue así. En mi imaginación sólo son un grupo de tíos en cota de malla corriendo de un lado a otro con grandes sacos.

La avaricia de los cruzados hizo que la situación se convirtiera en insostenible. Estalló una revuelta entre partidarios y detractores de los cruzados occidentales que ganaron los detractores. Se coronó a Alejo V (vais pillando lo que he dicho acerca de que todo quedaba entre Alejos ¿no?) como emperador y los cruzados abandonaron la ciudad para quedarse agitando el puño amenazadoramente ante sus murallas. Entretanto el bueno de Alejo IV era estrangulado en una oscura mazmorra.

Inocencio III se tiraba de los pelos en Roma mientras los venecianos, a las puertas de Constantinopla, decidían que querían su botín. Los cruzados atacaron y saquearon durante días la ciudad, poniendo en el trono a un emperador latino, y volvieron s sus diferentes procedencias con el botín. Los venecianos se ganaron la excomunión papal, pero consiguieron llenarse bien los bolsillos y expandir sus fronteras.


La Cuarta Cruzada empezó con buena voluntad y aspiraciones gloriosas, pero quedó desmembrada por la avaricia y la ambición. La Cuarta Cruzada sería la última de las grandes Cruzadas. La Cuarta Cruzada será la que deslegitime las aspiraciones en Tierra Santa.

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