Desde el 34
a.C. Octaviano lleva a cabo una campaña de desprestigio de la figura de Marco
Antonio, se presentaba a un Marco Antonio que quería poner al servicio de una
monarquía extranjera (la dinastía de los Ptolomeos) los territorios de la
República Romana. Se ve que a Octaviano las alianzas no le impiden traicionar a
sus aliados cuando ya no le eran útiles.
La caída en
desgracia de Marco Antonio tras la batalla de Actium (31 a.C.) se hace patente y
acaba suicidándose. Octaviano mantuvo la administración tradicional para poder
presentarse como un sucesor legítimo de los Ptolomeos, dinastía de la que se
apoderó de sus tesoros haciéndose inmensamente rico. Se convertía así en el
hombre más rico de toda la República y único triunviro superviviente.
Escultura que inmortaliza el momento en el que Augusto dijo "Y ahora te me calmas un poquito ¿eh?"
En el año 28
a.C. se declaró el fin de las guerras civiles (que él mismo había provocado).
Al año siguiente devuelve todos los poderes, provincias y legiones al Senado,
que previamente había depurado y en el que había introducido a sus partidarios,
acto por el que se le concedió el laurel (símbolo de la victoria) y en un acto
de suma hipocresía, dado que había iniciado sangrientas proscripciones y
guerras civiles, la corona cívica, que se otorgaba al haber salvado la vida de
ciudadanos romanos. Es como si ahora le dieran el Nobel de la Paz por su labor
social a un asesino en serie.