Una vez, en Historia Antigua, un
profesor dijo que las grandes civilizaciones se tienen que juzgar por su labor
legislativa. Esto es aplicable a Babilonia, con el importantísimo Código de Hammurabi: la estela tallada
en diorita aun conserva las leyes por las que se regían los acadios. Gracias a
ella podemos saber la estratificación social, precios de artículos básicos,
salarios y funcionamiento judicial.
Esto es, si se prohíbe algo es porque
se practicaba. Si dentro de 2000 años alguien desentierra las leyes municipales
de una ciudad cualquiera, podrá deducir que mucha gente no aparcaba bien porque
numerosas ordenanzas municipales regulan el aparcamiento. En otras palabras, las
leyes prohíben prácticas frecuentes pero censurables de una sociedad.
Los hititas, otro gran imperio de Oriente
Próximo, que llegaron en su máximo apogeo a poner en serio aprieto al poderoso
Egipto, también eran grandes legisladores. Sin embargo, si sometemos al mismo
punto de vista que a los acadios, nos sale una sociedad… curiosa.
Y semejante diversión legislativa está sacada de feas tablillas como esta
Comencemos a evaluar algunas de las
leyes más extrañas para nuestra sociedad del s. XXI: