domingo, 17 de marzo de 2013

Resacón en el Egeo



La siguiente historia bien podría ser el prólogo de la famosa saga que cuyo argumento gira en torno a desmadres y alcohol. A los guionistas de la saga les recomiendo encarecidamente que hagan “Resacón en Mallorca” a la de ya, con toreros en traje de luces, sevillanas y alemanes borrachos con bermudas, gorros de paja y chancletas con calcetines blancos. Pero dejemos esta digresión para ir a lo que vamos:

Para  la historia que viene a continuación nos tenemos que remontar a la Grecia Clásica. La Grecia del Partenón, de los piques entre Atenas y Esparta como si de los pueblos de Valdetocinos de Arriba y Valdetocinos de Abajo se tratara y quisieran ver quien tiene la verbena de fiestas mejor. Es la mejor y más fiel metáfora que se me ocurre para describir la rivalidad entre esas dos polis.

Así que os voy a hablar hoy de Alcibíades.

Si es que tiene carica de buena persona y todo

Alcibíades era un ciudadano ateniense de pleno derecho respetado. Gran orador, estadista y prometedor general militar, tuvo una gran actuación allá por los finales del s. V a.C. en las primeras fases de la Guerra del Peloponeso. Alcibíades era el marido que todo ateniense quería para su hijo. Perdón, quería decir hija, HIJA.

Pero esa meteórica carrera política (unida intrínsecamente a la carrera militar) plagada de populismos le buscó la enemistad de un grueso sector de la población aristócrata, que sospechaban que quería usar su popularidad para instaurar una tiranía en Atenas. Los arcontes atenienses debieron montar una autentica fiesta de la espuma a base de echarla por sus bocas cuando se le encomendó al bueno de Alcibíades comandar la flota ateniense para socorrer a la ciudad Siciliana de Segesta.

¿Y que tiene esto que ver con el alcohol? Pues bien, la víspera de la expedición, Alcibíades se emborrachó y junto con un grupo de marineros se dedicaron a castrar las estatuas de Hermes que encontraron a su paso. Y Atenas estaba plagada de Hermas con sus penes enhiestos en todos los cruces de calles, a veces con 3 o 4 caras con sus correspondientes penes señalando acusadores al viajero.

El subtitulo del grabado reza "Alcibíades borracho interrumpe el simposio". Saquen conclusiones sobre problemas de alcoholismo


Digresión again: estas estatuas se interpretan como una forma de marcar las calles (que en Atenas no tenían ni nombre ni número) y como un lugar donde realizar ofrendas a nivel de barrio. El pene, además de la obvia connotación de poderío y masculinidad, era comúnmente asociado con la fertilidad y la producción, así que poner un pollón en la puerta de tu casa no solo se consideraba de buen gusto sino que además te proporcionaba status religioso y bonus a tu suerte porque estabas complaciendo a los dioses.


El caso es que en esa noche etílica, por la obra de Alcibíades o de alguno de sus marineros, aparecieron todas las estatuas profanadas con los penes cortados. De la misma forma  que esos falos de mármol fueron cercenados fue cercenada la carrera de Alcibíades, al que los sectores más mojigatos sentenciaron a muerte por sacrilegio al haber atentado contra los dioses.

Como no podía ser de otra forma, el bueno de Alcibíades se refugió de estas acusaciones en los enemigos naturales de Atenas, los masculinos espartanos (a los que supongo que les encantarían todo esos penes de mármol, y no lo digo yo, la dudosa sexualidad de los espartanos la corroboran autores clásicos como Aristófanes).

Una fiesta no es una fiesta si no incluye la castración masiva de estatuas sagradas
(por cierto, es Alcibíades sin barba)

Alcibíades tendría una vida por delante llena de controversia y seria exiliado repetidas veces (su lealtad paso por Atenas - Esparta - Atenas (otra vez) - Persia hasta su muerte en el 404 a.C. a manos de agentes espartanos en Frigia. Los espartanos, sabiendo lo formidable guerrero que era no quisieron enfrentarse a él y se limitaron a quemar su casa con él dentro y cuando intentó escapar de las llamas fue acribillado a flechazos. Una parrillada (en una especie de proto-horno pirolítico) de pinchitos siempre facilita las cosas que tienen que ver con matar.

Creo que me retracto de lo dicho, no lo quiero para mi hija, Alcibíades era un  pieza.

No quería despedirme sin mostraros el nuevo modelo de Herma: el Herma Abracitos Cariñosos®

2 comentarios: