lunes, 22 de octubre de 2012

Aumentando la epicidad hasta límites antes no conocidos por el hombre

A pesar de que no me gusta hablar de música en público de la misma forma que no me gusta hablar de política, hoy voy a alegrar a una persona que conozco y periódicamente me da la brasa intentando averiguar qué tipo de música escucho. No me gusta hablar de esto, no porque me incomode, válgame el cielo (hay gustos mucho más execrables en cuanto a música que el mío). No me gusta porque me parece una cosa difícil de precisar. ¿Qué escucho? A veces soy yo el que me pregunto eso.

En concreto voy a hablar de este señor.


Hans Zimmer es un compositor que…. no, mejor digamos que es EL compositor de música épica. Cualquier acción trivial acompañada de alguna de sus canciones puede convertirse en una cuestión de vida o muerte.

Puede que así, de entrada, no te diga nada su nombre. Lo veo normal, es un nombre como puede ser Perico el de los Palotes. Pero si te empiezo a contar que ha puesto la banda sonora a películas como Origen, Piratas del Caribe, El Código Da Vinci, La delgada línea roja, El último samurái o Black Hawk Derribado… la cosa cambia.

Hans Zimmer es uno de los músicos que mas me gustan, como ya es dicho es capaz de que ir a comprar el pan se convierta en algo superépico, a la altura de Wagner con su Cabalgata de las Valkirias a todo trapo o la Obertura de 1812 de Tchaikovsky (versión con cañones, que es la que mola). En resumen, que yo a Hans Zimmer le hacia un hijo.

Pero mal vale un sonido que mil palabras, conozcamos a don Hans un poco más de cerca:













Y la prueba de que puede hacer épica cualquier cosa:






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